martes, 16 de diciembre de 2008

El puente


–El amor... no sé qué hacer con el amor. He amado a muchas, pero siempre terminan rompiéndome el corazón. Y cada vez es más doloroso, no sé qué hacer, cada momento me hundo más en mi desesperación. Me pierdo en mi dolor. Quiero amar y que me amen. Es lo único que pido. ¿Acaso es imposible? –decía gritando su desesperación a la noche–. Ya no soporto esta vida, para qué vivir si todo es sufrir...

Entonces salió de su departamento y caminó por la ciudad, llegó hasta un puente que atravesaba dos ciudades separadas por un inmenso río. Se paró justo en medio y sólo miró al vacío, pensativo, ausente.

–El amor... no sé qué hacer con el amor. Nunca lo he conocido, toda mi vida la he pasado estudiando, trabajando, dedicándome a otras cosas, pero nunca me he dedicado al amor, nunca he amado a alguien. Quiero que alguien me ame. ¿Acaso es imposible? –decía contemplando la noche a través de su ventana– Ya no soporto esta vida, para qué vivir si no tengo amor...

Entonces ella salió de su casa y caminó al puente que la llevaba a otra ciudad, llegó al centro y ahí se detuvo a observar la oscuridad del agua del río. Cuando de repente, alguien le hizo una pregunta.

–¿Tú sabes qué hacer con el amor?

Ella miró con rareza a aquel extraño, pero aun así le contestó.

–Le preguntas a la persona equivocada, yo no sé nada del amor, jamás he amado.

–Pues yo he amado mucho, pero en este tiempo a nadie le interesa amar, sólo buscan divertirse.

–Yo busco amar. Nunca he amado y me encantaría saber qué se siente.

–¿En serio?

–Si...

Él la miró fijamente, se separó del barandal del puente y dio unos pasos hacia ella. Ella lo miraba nerviosa, pero no hacía nada. Él la tomó de la cintura, acercó sus labios y la besó; la besó apasionadamente como si fuera el amor de su vida, como si fuera la persona que él tanto esperaba y ella respondió como si él fuera el amor que tanto buscaba.

–Gracias por darme alguien a quien amar –dijo él.

–Nunca pensé que el amor que buscaba estuviera atravesando el puente.

Él sonrió, la soltó y dijo:

–Gracias por decir eso. Sin embargo mi camino termina aquí. Adiós.

Entonces ella miró como él subía al barandal del puente y se lanzaba al río. La gente que pasaba por ahí gritaba asustada y llamaba a la policía preocupada. Pero ella, ella sólo lo veía como caía al río y se tocaba los labios recordando aquel beso. Sonrió y luego regresó a su casa a dormir feliz.

Esa noche, él había amado a alguien que no le había roto el corazón y ella había conocido el amor. Justo lo que querían, el puente se los había concedido.



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El puente by Karen Merklina is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.

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3 comentarios:

Victor Pavlov dijo...

Este cuento me gustó mucho. El desenlace fue inesperado porque pensé que finalmente el chico se iba a quedar con la chica. Pero aunque fue un triste final, me gustó la forma en que abordaste el tema del amor. Este cuento me llevó a pensar en una situación entre tu y yo... me alegra que nuestro "puente" no haya terminado como tu cuento.

ILD

PrinzGhotic. dijo...

LO HE VUELTO A LEER,Y ME SIGUE GUSTANDO.
APARTE, ESE FINAL INESPERADO, SUPONGO QUE ES ALGO QUE A TODOS NOS A ENCANTADO.
SALUDOS!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

aaaaaamonos...
q genial...
q buen final...
muy chido cmo siempre