viernes, 25 de enero de 2013

Coraline, Neil Gaiman



Cuando Coraline atraviesa una de las puertas de la casa nueva de su familia, se encuentra que hay otra casa extrañamente similar a la suya (aunque la nueva sea, definitivamente, mejor). Al principio, todo parece maravilloso: la comida es más sabrosa que la de casa y el cajón de los juguetes está repleto de angelitos de papel que vuelan solos y de calaveras de dinosaurios que parecen vivas y se arrastran haciendo castañetear los dientes. Pero resulta que hay otra madre que vive ahí, y otro padre, y quieren que Coraline se quede con ellos y se convierta en su pequeña. Quieren cambiarla y no dejarla ir jamás. Coraline tendrá que enfrentarse a ellos con todo su ingenio y las herramientas que encuentre, si es que ha de conseguir salvarse y volver a su vida normal.

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Terminé de leer Coraline, debo decir que es bastante diferente de la película. Aunque ambos discursos son dignos de verse, pero en la versión cinematográfica omiten y cambian muchas partes, sin embargo obtienen un buen resultado. El libro es muy entretenido, no quieres dejar de leerlo y saber qué pasará, además de poder disfrutar las ilustraciones (al menos mi edición tenía ilustraciones).

El personaje más interesante para mí fue el gato, sobre todo un diálogo que nos hace pensar en la superior sabiduría de los gatos y que desgraciadamente no aparece en la pelicula:

—Perdóname, por favor. ¿Cómo te llamas? Mira, yo soy Coraline, ¿vale? (...)
—Los gatos no tenemos nombre.
—¿No? —dudó Coraline.
—No —corroboró el gato—. Ustedes, las personas, tienen nombres porque no saben quienes son. Nosotros sabemos quienes somos, por eso no necesitamos nombres.
Lo recomiendo ampliamente, se van a entretener, divertir y leer un buen libro.

jueves, 3 de enero de 2013

Adiós a Messenger





Hace tiempo que se anunció el fin de Messenger que será sustituido por Skype, aun se puede utilizar, pero pronto desaparecerá.

Es increíble como en el mundo del internet nada es para siempre, recuerdo cuando recién iniciaba todo esto, Messenger era lo más popular para chatear con tus amigos, familia y extraños. Incluso venía incluido en los programas de una computadora nueva. Era tan popular que duró años y años, las personas que conocías te pedían tu correo de Hotmail para chatear; incluso otras compañias de correo electrónico sacaron su messenger, pero ninguno llegó a ser tan popular. 
Lo primero que hacías en una computadora era iniciar sesión y después eso fue más sencillo con la opción de iniciar sesión al iniciar Windows. Lo más genial era expresarte con emoticones, aunque eran molestas aquellas personas que cada letra era un emoticón y prácticamente tenías que descifrar qué decían. Pasábamos horas chateando con amigos, a veces con varios al mismo tiempo o varios en la misma conversación. Se desarrolló el miedo de los padres al ver a sus hijos hablar con quien sabe quien e incluso hacer citas y tener cibernovi@. 

El programa se fue desarrollando y cada vez te ofrecía más cosas, cambiar el diseño, jugar en linea, enviar archivos, chatear con microfono, videollamada...



Recuerdo cuando cree mi correo que Hotmail y comencé a chatear, en ese entonces no muchos tenian e-mail, así que te hacías de ciberamigos de otro modo, yo no recuerdo como me hice de mis primeros contactos de Messenger, pero sí recuerdo haber pasado horas chateando, conociendo nueva gente, incluso tener cibernovios. Como dije, era lo primero que abría cuando prendía la computadora, ver quien estaba conectado y chatear, eso era la rutina en cualquier computadora. Pero llegó un momento en el que empecé a usarlo cada vez menos y menos, hasta que ya definitivamente ni me conecto, y ¿por qué?, porque llegó alguien más, que todos conocemos y que todos tenemos una cuenta: Facebook; más completo y más adictivo.

Esos muñequitos azul y verde se despiden de nosotros, pero nos dejan muchos recuerdos, sobre todo por habernos cambiado la forma de comunicarnos, y ahora le abrimos paso a Skype, que ya estaba ahí junto con Messenger, pero que ahora será el único.


Un adiós que decimos con nostalgia, aquellos que lo conocimos desde el principio.